Navegando por Internet encontramos un artículo que indicaba que viajar es bueno para nuestra salud. Nosotros lo reafirmamos tras llegar de vacaciones y es que a pesar de trabajar en ello y considerarnos privilegiados por organizar planes que sabemos generan felicidad, no éramos conscientes del impacto directo que tiene en nuestro cerebro. De todos modos tiene sentido, ¿no? Olvidarse de los e-mails del trabajo, bajar el ritmo de la jornada y no estar pendiente de las redes sociales ni de las obligaciones del día a día reducen el estrés y nos evaden de la rutina.

Y es que más allá de estas afirmaciones, médicos neurólogos recomiendan invertir en experiencias para abrir nuestro cerebro y volverlo más creativo. Viajar nos da la capacidad de comprender ya que de manera consciente e inconsciente necesitamos adaptarnos a nuevas sensaciones, ya sean lingüísticas, visuales, gastronómicas… También nos permite descubrir nuevas culturas y prácticas que dan mayor amplitud para afrontar los problemas de nuestra propia vida.
Un mayor número de experiencias ofrece altas reservas cognitivas que alargan nuestra buena condición mental.

Así que ya sabes, haz un parón en tu trabajo y coge perspectiva viajando. Aclararás tu mente, te permitirá coger distancia en temas que te preocupan y reducirás tu estrés. Tu vuelta a la rutina será un reset que te hará plantear tu día a día de otra manera y, sobre todo, repercutirá en beneficios directos para tu mente.

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