En el barrio de Sarrià-Sant Gervasi, cerca de los Jardines del Putxet, se encuentra el restaurante Spoonik, una auténtica joya gastronómica que ha irrumpido con mucha fuerza en el panorama de la alta cocina barcelonesa.
Hace unos días varios miembros del equipo de Premium Traveler Barcelona tuvimos la oportunidad de disfrutar de una experiencia inolvidable, de un regalo para los cincos sentidos. Y es que en el Spoonik uno no sólo disfrutará degustando platos llenos de creatividad y sabor sino que además será testigo de un espectáculo en toda regla. Es una singular obra de arte creada por los chefs Jon Giraldo y Jaime Lieberman, de nacionalidad colombiana y mexicana respectivamente (su cocina tiene influencias mexicanas y colombianas sobre una esencia claramente mediterránea) y desde ya hace varios años afincados en Barcelona.
Lo primero que nos sorprende al llegar es el recibimiento cálido y amable que nos brinda Jon, genio y figura a partes iguales. Tras ser preguntados por nuestras intolerancias y de catar una copa de cava nos sentamos en la barra, imprescindible ubicación si se quiere vivir el “show” en todo su esplendor. Estar cerca de la cocina (y por tanto poder ver cómo trabaja todo el equipo) y sobre todo de Jon, el cual nos deleita con su carisma y sus explicaciones mimadas sobre cada plato, añade un gran valor a la experiencia.
“The show must begin” así que somos llevados al interior de la cocina donde además de presentarnos a todo el equipo gozamos de un delicioso aperitivo, perfectamente narrado por Jaime. De vuelta a la barra comenzamos a deleitarnos con una sucesión de platos (tiempo de ceviches, caballa frita por baño, ajiaco sin agua, vaca vieja confitada…) maridados con una impresionante selección de vinos (entre los cuales destacamos Dassai 50 Junami Dauginjo, Cap de Barbaria, Numanthya, Cloudy Bay…). Mención especial merece el sommelier, gran erudito en vinos con marcado acento vasco y con claras dotes interpretativas. Cada explicación que hace denota pasión y suena a poesía. Todos los tiempos del menú tienen además su instante musical con puntos álgidos como cuando Jon prepara uno de los postres bajo una explosión de luces y con Pink Floyd de fondo. Simplemente sensacional.
En definitiva, un restaurante para volar, sentir, emocionarse, reír, aprender y soñar. Probablemente el mejor restaurante experiencial de Barcelona o al menos el primero en llegar a la ciudad, como le gusta destacar a Jon.
¡Estrella Michelin ya!